I
Mis labios sobre los tuyos
escriben la autobiografía
de una boca que ya no sabe mentir.
Y trescientos años de espera terminan.
Ahora tu nombre es el acrónimo
de mis exaltaciones y silencios.
Tú aprietas los labios, yo despeino tus dudas,
y te beso en sánscrito.
Todo tiempo pasado fue mejor
hasta esa noche en que el vértigo
hizo un pacto con la nada
para expatriar el ecuador
de nuestros cuerpos: la ausencia
inadvertida, torpe y precisa…
e igual fue nuestra venganza.
II
Mis dedos entre los tuyos
desafían la ley de la levedad
que, de repente, gobierna todo.
“Lo mejor de encontrarte”, me digo
mientras te miro, “es no haberte esperado”.
Posesión antes del anhelo,
bosques antes de las raíces.
Todo orden es ilusorio después
de tu sonrisa.
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