¿Quieres perder el sol? (Por R. Búlmez)



Al jardín de una casa llegaban muchos pajaritos que alegraban el ambiente. La dueña hizo construir una gran fuente donde diariamente colocaba una bandeja llena de alpiste y de semillas para que se alimentaran. Era una diversidad inmensa de avecillas de todos los tamaños, colores y especies que venían y se iban cuando querían; la señora disfrutaba mucho sus cantos y su presencia.

En una oportunidad alguien le recomendó que los atrapara para venderlos, pues los pagaban muy bien. La señora construyó una gran jaula y ahí metió a todos los pajaritos que agarraba, pero ya no cantaban como antes, se sentían esclavos, y los otros ya no regresaron al jardín. Al principio la venta de los pájaros iba viento en popa, pero poco a poco la demanda disminuyó, los precios bajaron y el valor del aliento aumentó. La mujer se desesperó ante la inversión que había hecho.

La mejor jaula es la de nuestro jardín porque ahí los pájaros entran y salen cuando quieren. En cambio cuando los encerramos, en realidad nosotros también nos atamos porque nos esclavizamos a ellos para alimentarlos, venderlos, y para no que los roben. El mejor disfrute es la libertad, no la opresión ni la posesión, pero estamos empeñados en poseer para no disfrutar.

Vamos a suponer que la NASA le ponga precio al sol y tú quieras comprarlo, desde el mismo momento en que el gran Astro pasa a ser de tu propiedad ya deja de ser tuyo, ahora no lo disfrutarás sino que lo sufrirás. Estarás pendiente de quién se está alumbrando con sus rayos, o de quién te lo pueda robar. Cuando posees las cosas las dejas de tener. ¿Quieres perder el sol? ¡cómpralo! el día que lo adquieras lo pierdes.

-¡Ey quítate de allí que ese sol es mío! -dirás desesperado- ¡Allá van otros a alumbrarse!, ¡aléjense de mi sol!

Un día, sin saber ya qué hacer, le pondrás una cerca de alambre de púas con un letrero que diga: "no se alumbre, propiedad privada". Y al colocarlo te quemarás las manos con el sol porque te le acercaste mucho, y te puyarás con las púas porque querías herir a otros. No aspires poseer el sol, confórmate con su calor y lo alcanzarás.

¿Quieres perder el sol? ¡cómpralo!
¿Quieres perder una amistad? ¡manipúlala!
¿Quieres perder una relación? ¡célala!
¿Quieres perder una pareja? ¡trátala como si fuera cosa tuya!

La persona que posee o que cela a alguien en realidad no ama, más bien cree que lo hace. Mejor dicho, el celoso ama con amor posesivo y desesperado, y la desesperación solo hace ver las apariencias de las cosas. Amar no es poseer, amar es disfrutar y compartir. El que se apega a algo no lo disfruta, lo sufre. El que pretende "ser propietario" de una persona no la ama, la hace sufrir hasta saciedad.

No compres el sol ¡disfrútalo!, no quieras alcanzar sus rayos... acepta solo su calor.

R. Búlmez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos

JF. dijo...

Saludos desde Venezuela.

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