¡A bailar bajo la lluvia!




Desde que tengo memoria he vivido en edificios, y siempre en pisos altos. Si hay algo positivo de ello es el paisaje que se observa desde las ventanas. Recuerdo que de niña, cuando llovía me gustaba asomarme y ver cómo caía la lluvia sobre la ciudad, pero más que eso, observaba a los niños y jóvenes que vivían en las casas que rodeaban el lugar. Desde sus patios se bañaban en la lluvia, jugaban, saltaban... Yo pensaba, tal vez por la forma en la que fui criada, que ¡estaban locos!. A mi mente venían los posibles resfriados como consecuencia de tal "gracia", además de la imagen de mi madre furiosa por ensuciar mi ropa y la casa una vez que entre en ella. Y no solo eso, sino que esas casas se veían gravemente afectadas por las lluvias; las deterioraban, las paredes de algunas viviendas incluso corrían riesgo de derrumbarse. 

Sin embargo, esos niños salían a jugar, a disfrutar el momento sin importar las consecuencias, el después. Tal vez porque en su inocencia entendían que la vida misma es como la lluvia. Un día se disfruta de un sol resplandeciente y cálido, y al siguiente cae un chaparrón que golpea tan fuerte como un puñetazo de Pacquiao. A veces la lluvia nos cae cuando no existe un techo cerca que nos brinde protección, de igual forma las dificultades, los problemas, en determinado momento se hacen inevitables hagas lo que hagas. 

Así que ahora pienso: ¿acaso no es mejor disfrutar también de la lluvia, como lo hacían esos niños?, ¿buscar lo positivo en aquello que parece no tenerlo?, ¿aprender de cada situación con la certeza de que el sol volverá a salir? Sí se puede, y es mucho mejor. Por eso desde ahora cuando llueva... ¡no hay que parar de bailar! 

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Palabras, palabras, palabras Design by Insight © 2009